sábado, 29 de junio de 2019

Abandonar a una gorda en el mac donalds

Llevo ya un tiempo en el mundo de los solteros y como no podía ser de otra forma en nuestro siglo XXI, tengo Tinder. Lo típico: unas semanas cae alguna y otras no me como un rosco. Pues resulta que la semana pasada me dio match una tía que parecía bastante guapa en las fotos, una rubia de ojos azules que parecía que acababa de aterrizar de Ucrania.

Sigo el rollo, empezamos a hablar, y quedamos ayer a las 7 de la tarde. Me arreglo, cojo el coche y voy al punto donde habíamos quedado, una esquina de una calle bastante ancha y despejada. Pero van pasando los minutos y nada, que no aparece. Había un viejo leyendo el periódico, una pareja adolescente morreándose, una gorda con el móvil y grupos de chavales por ahí; pero de mi ligue ucraniano ni rastro. Y hostia, yo tampoco soy un top model, pero me cuido. Lo que tenía enfrente se había abandonado a sí misma por lo menos desde cuando gobernaba Felipe González.

A las 7 y veinte o así la llamo a ver donde está. Me dice que está allí, y yo le digo que estoy justo al lado de los contenedores en mi coche. Cuando veo a la gorda del móvil, que ahora lo tenía pegado a la oreja, levantarse, mirarme y levantarme la mano para saludar, me entraron unos sudores fríos y unas palpitaciones que a punto estuve de acelerar y llevarme por delante tanto a la gorda como al viejo del periódico, pero me contuve por no ir a la cárcel.

Total, que se sube al coche, y vaya tela. Rubia y de ojos azules era, sí, pero pasaba ampliamente de los 100 kilos cuando apenas mediría 1,60. Lo que viene a ser una diosa griega que se ha comido al resto del Olimpo, vamos. La tía nada más subir me dice que vayamos al centro comercial, y yo con el papelón de mi vida. En los treinta minutos de trayecto la tía me contó que había tenido muchas parejas, pero que todas estaban locas y que lo que mas odiaba eran las mentiras (hija de puta, ¿tú has visto la foto que usabas en Tinder?) Decía que ella se entregaba a la mínima, que yo le gustaba muchísimo y que conmigo quería ir despacio (la había conocido dos días antes). Me cayó, además, una charla de diez minutos sobre el feminismo, los cánones de belleza y la poca importancia del físico en una relación (nos ha jodido...)

Ya en el centro comercial lo primero que hace es ir a mirar ropa. Entra a un Zara, coge unos vaqueros de tiro alto 'como unos que tenía' y va a pedir talla a la dependienta. Cuando dijo que quería una 'XXXL' (porque a partir de determinado número pasan ya a letras) y la dependienta le dijo que no había, pollo al canto. Yo ya no sabía donde meterme, empezó a gritar y a decir que una multinacional así tenía que tener tallas siempre, que si cánones de belleza y blablabla.

Yo muerto de la vergüenza, claro. Iba por el centro comercial con la cazadora abrochada hasta la nariz y la capucha puesta, mirando a todos lados mientras rezaba por no ver a nadie conocido, diciendo a la gorda que es que yo era muy friolero. Llego a tener un pasa montañas y me lo pongo también. La gorda hizo un par de incursiones en una tienda de té, porque 'el té me ayuda a estar en paz conmigo misma' y de viajes, porque 'su gran pasión es viajar'. También dijo que le gustaba el cine, pero cuando le pregunté por sus tres directores favoritos se limitó a decir que había ido a ver la última de 50 sombras de Grey y que le había gustado mucho.

Total, que llega la hora de cenar. Yo ya ni propuse nada, fue ella la que señaló un McDonalds y dijo que la comida de allí tenía el sello Q de calidad, que lo había visto en la tele, así que no era tan mala como nos hacían pensar. En la puta cola yo ya no me aguantaba más y le comenté que en la foto de Tinder estaba muy cambiada, y su respuesta fue, literalmente 'es que para esas cosas suelo coger fotos de modelos de Internet que se parezcan a mí, porque ya sabes, no todos son como tú, hay hombres que ven a una tía con unos kilos de más y salen corriendo'.

A los cinco minutos dijo que estaba cansada y que se iba a coger sitio, que pidiera yo. Y claro, otro papelón: ¿cuánto comería esta tía?.

Como no sabía que hacer pedí tres CBO con sus tres patatas y tres Cocacolas, cinco de nuggets de pollo, dos McFlurrys, dos BigMac con sus dos patatas y dos Fantas de Naranja y una ensalada César de pollo. Me giré, la vi sentada en la mesa de espaldas con medio culo grasiento desbordándose por fuera de la silla, y decidí añadir cuatro hamburguesas de un euro, por si acaso.

Llevo la bandeja a la mesa y la tía empezó a engullir como jamás había visto, comiéndose las dos BigMac en menos de cuatro minutos. Mientras comía estaba enfadada, decía que 'normalmente no come tanto, que suele cenar fruta, pero que su genética era mala y por eso engordaba con facilidad' (todo esto mientras se metía tres nuggets a la vez en la boca). La estampa era tremenda, verla comer con ese ansia, una hamburguesa en cada mano y rodeada por bandejas mientras en mi lado de la mesa no había nada y me limitaba a mirar con cara de póker; era terrible.

Vi el percal y ya de perdidos al río, aprovechando que ahora no había cola fuí y pedí trece hamburguesas de 1€ (la dependienta flipando). Dije que me iba al baño y que acercaran ellas la bandeja a la mesa (no tuve ni que especificar a cuál), y salí corriendo como alma que lleva el diablo. Corriendo literalmente, llegué a la otra esquina del centro comercial en dos minutos, salí, me subí al coche, y me hice el trayecto de vuelta a casa a 140 por hora, llegué y di dos vueltas a la llave por si las moscas. Me borré el Tinder y la bloqueé del WhatsApp.

Pero ahora, con perspectiva, me estoy sintiendo bastante mal. La gorda no ha dado señales de vida, aún, y no sé que pensar. Aunque por otra parte, pienso que la abandoné en su hábitar natural.

¿Hice bien?

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